Me esparzo
vestido de puñales,
entre cárcavas
de plata...
y lirio
perfumado,
ya se une...
la amapola
de su verbo,
entre lánguidas
presencias...
de homérico latido,
y una ola
se impele...
de azul perpetuo,
entre ridículas
horas...
y atónitos
cumplidos,
¡Oh quimera...
apenas deslazada,
en el arco
inconfesable
de su beso... !