Con 22 aprendí a despedir a la soledad,
A no aferrárme al odio y alejarme de la maldad,
Aprendí a no confundir el polvo con la niebla,
A no temer al amor y dejar de vivir en tiniebla.
Con 22 aprendí a sonreír, vivir y dar los buenos días,
A despertar feliz sabiendo que tu sonrisa es mía.
Con 22 Aprendí que la madrugada es indomable,
El amor imparable.
Tu sonrisa inmarcesible,
La felicidad alcanzable,
Que hablar con el alma desnuda es infalible,
Y un sábado contigo inolvidable.
Aprendí que los besos son mejores robados y sin permiso,
A escuchar mi corazón y no vivir indeciso.
Con 22 aprendí que hay amigos irreemplazables,
Que las palabras nunca dichas son imperdonables,
Que para desahogarse no es el alcohol sino el hombro de un amigo,
Y aunque pase el tiempo esas personas siempre las llevare conmigo.
Aprendí que las palabras que más duelen son las que no se dicen,
Y que También las palabras dejan las peores cicatrices.
Con 22 aprendí a perdonar las traiciones y engaños,
A seguir mis sueños y no al rebaño,
Aprendí a apreciar más el arte de tu sonrisa,
A disfrutar las suaves caricias de la brisa.
Con 22 descubrí que puedo perder el sueño con el café de tus ojos,
A decir lo que siento y no ponerle cerrojos,
Aprendí que vivir sin ti no es vivir,
Que estos ojos solo sirven cuando te ven sonreír.