Mi pequeña maría, eres como suave brisa,
… fresco susurro a mi ventana,
eres el arrullo a mi presencia,
que da vida a mi alma… Tierna y dulce,
envuelta en nubes… aroma de la mañana.
Con la tibieza de tu inocencia,
Mi pequeña hija… como quisiera
detener el tiempo, silenciar cada minuto,
acurrucada aquí a mi pecho,
acunarte entre mis brazos, vigilante a tu regazo.
Hoy día eres una mujer maravillosa,
excelente a todo dar… amor de amores,
Dios ha consagrado tu belleza,
en ojos alegres… y llenos de felicidad,
de tu alma voy prendido,
de aquí a la eternidad.
No dudes pequeña mía, si algún día,
lejos de ti me halle… no sentirás mí ausencia,
solo bastara mirar al cielo,
y así haz de encontrarme...
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