Es su palpitar, la aguja que marca cada segundo de mi vida,
su hálito el oxígeno a mi existir,
mas sus besos..., la única razón para vivir.
No calles entre el murmullo de los sentimientos,
revélate, tú eres el verbo, yo solo seré tu siervo;
deja en mí la arquitectura de tus caricias cual soles del mañana.
Abracemos juntos los anhelos y al etéreo dejémoslos volar,
que entre fugaces estrellas y platinados luceros
se regocijen anidando en nuestros pechos.
Así seremos candiles del amor, sempiternos entre nuestros besos
y alfa de nuestra pasión.
Jorge Aimar Francese Hardaick
Escritor y Poeta - Argentina
(derechos reservados del autor (*))