Aquella fue una tarde calurosa,
el sol nos obligó a correr a su casa en la loma
eran días tan calientes que la ropa estorbaba
una blusa al suelo, luego un pantalón vaquero
entre besos, caricias y sudor la ropa interior también desapareció
tu cuerpo sobre el mío, tu piel de nieve, mi piel canela juntos en un vaivén de caderas
de pronto sus ojos se entrelazaron con los míos
con una mirada tan dulce y tan profunda
mientras mis labios mordía, mientras tu mano en mi mejilla
mientras nuestros cuerpos inmersos en esa danza
tierna y de sobra apasionada, ¡algo paso!,
algún viejo hechizo en ese momento revivió con todo su fulgor
en tu mirada vi mil vidas que juntos hemos hecho el amor,
en un campo, en un potrero, en un rio
nos encontró el amor descubriéndolo en una cueva
al mismo tiempo que el fuego se descubrió,
algo en mi interior hizo clic, se activó un botón
y desde ese momento mi vida cambio...
entre nuestras miradas estaba tu esencia y la mía
nuestros cuerpos eran uno, nuestra piel, nuestros cabellos,
tu mando se fundía en mi mejilla, la otra en mi seno
y nuestra esencia se revolvió,
desde entonces llevo algo de ti a cada lugar
y llevas algo de mi a donde quiera que vas
como si nuestros cuerpos supieran que era la ultima tarde
que juntos en esta vida se iba a encontrar,
pero mi alma te lleva tatuado y siempre te llevara
podría sentarme a esperar toda una eternidad
aquel momento en el que nos volvamos a encontrar
y al cruce de nuestras miradas nuestras esencias se reconozcan
y se vuelvan a recordar...
Flor Hdez. México.