“Dos caminos se juntan y ya no se apartan,/ mentira… en algún tramo cada uno se desvía./Tal vez porque de estar juntos se hartan,/ como tú te hartaste de ser mía”.
Ya no más reclamos, ni quejas o reproches,
ni ese inútil tiempo de espera en las noches
para notar cómo olímpicamente me ignoras.
Tampoco interrogantes absurdas, ya no más,
preguntando estúpidamente cómo estarás,
si acaso sin mí te ríes o si es que sin mí lloras.
Nunca más ingenuidad de seguir creyendo,
decirte que vivo aunque me esté muriendo
simplemente por no lograr concebirme sin ti.
Porque no es vida soportar tanta ausencia,
fingir que soy muy feliz sin sentir tu esencia
y transitar… como si ya no te llevara en mí.
No más insistencia en un mismo triste tema,
que hable por mí cada verso… cada poema…
y pueda por fin encontrar mi paz, mi calma.
Que cada “te amo” dicho o escrito se guarde,
que pase pronto el tiempo y se haga tarde
para expresar todo lo que hay en mi alma.
No más intentos por tratar de que me creas,
que no importe a quién ames, a quién veas;
que logre desearte suerte sin que me duela.
Olvidar tanta sensualidad que te distingue
y que el amor se extinga cono se extingue
la llama débil y simple de una pequeña vela.
Que no me atrapen más tus hermosos pechos,
que hablando algún día de deberes y derechos,
sea mi legítimo derecho que ya logre olvidarte…
No quiero saber si en tu soledad me nombras
ni que nadie me vuelva a ver entre sombras
jurando una vez más para siempre amarte.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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