Puedes robar el oro de mis lágrimas
puedes robar la plata de mis canas.
Podrás robar la sonrisa que aparece cuando me hablas,
el verde de mis ojos para tus jardines de mañana
y en las noches más oscuras la blancura de mis sábanas.
Podrás robar incluso los suspiros
que se enredan en mi almohada.
Podrás robarme todo,
casi no te llevarás nada
porque hace tiempo yo
ya te di mi alma.