Convertimos la ley de mortales en añicos,
hasta lograr que las esquirlas fraguaron a polvo,
nos desviamos de la ruta obvia;
para forjar un mundo alterno.
Le hicimos caso a la mirada,
que fue hoguera de jueces y avales,
un brillo trazó el mapa etéreo;
que conectó puentes y almas.
Tejimos costuras eternas,
en los laberintos del espíritu,
en templos de carne y piel,
nuestras sombras tienen vestigios,
de que la lava de un volcán en erupción;
asfaltó nuestras calles ... ¡de lentejuela y miel!.
Creamos un mundo alterno,
fuimos verdugos del prejuicio,
en paralelo universo.
(nosotros solo quisimos palpar, a nuestro deseo más sincero).