Sigo sola yendo a beber a las mismas fuentes
en que se forjó y acrisolo el pensamiento
en la permanente búsqueda
de encontrase a sí misma,
en la pasión y el conocimiento,
en las raíces ancestrales
con el fin de transformar todo.
Todo aquello que nos separa
bajo el mismo cielo azul.
En esa eterna búsqueda,
más allá de lo consciente
que nos muestra el ser
de un laberinto a recorrer
en el martirio a voces
y tu voz deslizándose,
sin medida, tibiamente.
Desnudándonos y besándonos
danzando a la luz de la luna,
sin decirnos nada
en el valor de la verdad,
del amor...
Del eterno poema
y en la orquidea
amarrando mi mano derecha
como antes,
como antes,
como antes.
Mané Castro Videla