Ser uno mismo es fácil.
Yo, por ejemplo, supe
desde que era muy niño,
sin asomo de duda,
absurda o razonable,
que aquel, en mis zapatos,
era yo, y no era otro.
Máxime cuando todos,
familiares y amigos,
me hacían ver lo tedioso,
anodino e ingrato
que era este duro oficio
de ser yo, por lo cual
nadie mas querría hacerlo.
El espejo también
me insistía en que yo
era yo, cada vez
que pretendía encontrar,
en él, a otra persona,
y era, al final, mi rostro
el que siempre me hallaba.
Aunque no es tan terrible
ser yo. Peor si fuera
el pálido reflejo
de la \"estrella \" de moda,
como son muchos otros,
que predican, muy cínicos,
que \"debes ser tú mismo\".
Estás solo, contigo
y con tus desventuras,
aun con alguien al lado.
Sin embargo, y por mucho
que te cueste creerlo,
puede que exista alguien
que desee ser tú.