Rebosa anhelante el lúbrico aliento
evocando besos de candor profano
ingenuo impulso que corrió con tiento
noches sin tiempo, almas sin un lecho.
Hirsuta barba un cuello recorriendo
dos trémulas bocas ebrias de cariño
virtud inútil que a la culpa llama.
Saciar su hambre ansían ávidos espíritus
de los pétalos la flor en tiempo y forma
hojas abiertas de la rosa orquídea.
Y ahí van raudos los oníricos deseos
besando el aire vacío de una esencia
llenando la memoria de unas noches
¡dignas del amor, las suspiradas!
Eloy Mondragón
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