¡Chale!, señorita.
La he visto en un páramo
lo que le sigue de bonita;
mientras el amor andaba buscando.
Se veía rechula
con su cabello güero
y sus ojos que deambulan
de terreno en terreno.
Güerita
de linda sonrisa.
¿Quién soy yo para cortejarla?
Sólo soy un indio pata rajada
que no tiene ni donde caerse muerto
y que va siguiendo el viento.