Esta lágrima
no tiene palabras
no contiene tinta
versos, ni oraciones.
Esta lágrima no
está hecha de dolor
o alegría o amor
o momentos únicos
o angustias o ansiedades
o belleza sorpresiva encaramada
a tu corazón de playa desierta
en abril.
No habla, ni escapa, ni se detiene
tiene un vuelo quieto
de tero sobre el nido
fotografía instantánea
de épocas sin lenguaje.
Esta lágrima no acomete la lluvia
en una mañana soleada
no derrama ríos de plata
por cascadas amadas
no se mece con la brisa húmeda
de mi pampa solitaria.
No será aguacero
encajonado en tu pecho
desde la vertiente helada
que se desliza entre peñascos
hasta el verde del valle
sobre tu pecho bruñido.
Esta lágrima, no tiene color,
ni pasión, ni furia, ni descubre paisajes ancestrales
es paleta de pintor vacía
no sabe comerciar en los puestos callejeros
ni en olvidados pueblos errantes sin su tren.
Y no se va pero tampoco se queda
para decirte algo...
si no está hecha de palabras.
Tiene el don de la intraducción,
de la insurgencia, de la introspección, de la incomodidad, de la insolencia, de la inquietud,
es una burbuja cósmica
del violento universo de la humanidad.
Ella flota en mundos opuestos
es un caballo alado sin brújula
y sola.
Nunca miente ni defiende y entonces
cómo se construyó, cómo empezar
a deshacer el nudo
que cura tiene el pedazo
de alma que partió. Tú que crees
que piensas
acompáñame tu secreto de voces calladas...
necesito compañía
la caricia completa de tu cuerpo
hablando en el cálido rocío
de amables hojas verdes de un verano.
Si mi lágrima no fue hecha con palabras
a igual que la tuya recién nacida, única
irrepetible, apetecible y jugosa
como sigue...
Quisiera llevarte a los ojos de
mi niñez:
Sería dulce uva en la vendimia,
un rasguido de cuecas en guitarras,
una carpa verde de parrales entre cerros
de sombreros blancos y
de seguro nos emborracharíamos juntos
de sonrisas cuyanas.
O tendría la sal quemando tu mejilla ardida
en internos mares de tu infancia,
o la lujuria que secó tu memoria algún
amor secreto.
No quiero estar solo ahora...
pongamos juntos nombre y una historia
que se ha perdido una lágrima más
infinita, sin palabras entre
miles.
Amigo, amiga, mi amor, a veces tengo frío
aunque encuentren encendido mi corazón.
Tienen mi mano si en algún momento
quieren viajar juntos para hablar
de amor, pero...
ya no soy el mismo, me desconozco, una
lágrima partió cansada y quizás
no me reconozcan en la niebla
sin tocarme.