Nubes pasajeras
del crepusculo de un cielo;
cielo cambiante,
pluriforme aparece
o se desvanece.
Tú, firmamento,
ornamentas creando,
formas instantaneas
donde la absoluta nada
no se permitio ni espacio;
tú ganchillo descifra.
Techo mudo conversas aireado,
observante descifras e indicas;
fantaseas, fabuleas...
con credulidad de infante,
como depredador furtivo.
Eres placido,
eres tormentoso,
eres amante
humilde y altivo;
cubres concediendo.
Luminosamente alternas,
igualas y complementas,
forjas retadores presentes
que desatienden los pasados,
y dejan de ser; adivinos del futuro.
Apuntes anotados
con sangre celeste
en un curso vivaracho;
con polvo terrestre;
escritos a mano
con tinta invisible,
pero bien legibles
esparcidos no en vano.
Los registros son...
semillas, rastrojos,
se dividen tan solo
en el hueco de ese tiempo
verdugo y solícito;
el de las circunstancias.
Apuntes desprendidos,
caídos, ofrecidos,
por dejadez formados
esculpidos quizas
por una suerte clandestina.
Enseñanzas que arropo,
servidoras las acojo
subrayan y se agradece.
Indican la naturaleza,
racional y visceral
señalan a lo fecundo y vivo
advierten sutiles de los instintos;
añaden al trazo locuacidad
restandole a lo permisivo.
Temperamentos acentuados
por cromosomas sanguineos,
atrapando selvas virgenes,
mares de lava, aridas dunas,
salpicando con un verde polvo;
extraviado, más allá del olvido.