Fuente es de mis delirios la obsecuente
mirada, que os persigue en cualquier parte,
cual gerifalte en caza. Extraño arte
el vuestro, que sojuzga así mi mente.
Es vano huir, si estáis en mí presente;
una impía reina sois, cuyo estandarte
sobre mi ser campea, y que reparte
mis sueños, cual despojos, fríamente.
Como haría un pecador arrepentido,
relatando de un clérigo al oído
sus faltas, hoy suplico a Dios perdón.
Mas si fue el adoraros yerro grave,
en vuestro cruel desprecio, bien lo sabe
mi alma, he de encontrar la absolución.