en cada nueva estrofa
me perfecciono,
en cada nuevo día
no desentono
arvejas de atún para
los solitarios del póker
entrecejos fruncidos
infinito despertar y clavar en las almohadas
los nombres fortuitos
de la baranda asimilada
no temo a los gritos de los necios
ni su violencia involuntaria....
no temo el filo de tus venas
envenenadas con agua de acequia
apoderándose de las almas impías
encerrando las estrofas faltantes
de esta historia