jarablanca

¡CÓMO UNA SALVAJE!

Tenía un cortijo

en Extremadura,

 era lo más grande

en cuanto a hermosura.

 Tenía cerditos,

cabritas, ovejas,

 un burrito blanco

con sus dos orejas

 y un caballo negro

que era mi desvelo,

pues de vez en cuando

me tiraba al suelo.

Yo por la dehesa

saltaba, corría,

igual que una liebre 

llena de alegría.

 Con mi perra Tany

-ella era mi paje -

iba por el campo

como una salvaje.

Mas me hice mayor

cogí el equipaje

me vine a Madrid

me vestí de traje.

Pasaron los años

y me da coraje

pues me aburro más

 que un coche en garaje.