Hoy escribo al efecto del recuerdo, sobre el defecto de una nostalgia. La sonrisa, pero no se escribir de ella, siendo en mi un pequeño gesto que no olvido, en los días de lluvia.
Recordar, no sé si sea un sentimiento que se pueda hacer con los ojos abiertos, pero en este caso es la forma en que puedo ver los ojos más bellos, que sostuvieron un cuerpo.
El hacerte el amor era frenar mi vida, vestirme de muerte, el solo estar en tu alcoba era quitarme máscaras y olvidar quien era yo, y solo proseguir con espíritu de asesino y hacer mi labor, sin medida de nada. De solo pensar en tus gemidos que era mi paga, y el sustento básico de un salario, ya que al día siguiente no sé si solo debía recordarte.
Hubiera deseado que los muchos poemas que escribí, mientras descansabas después del morbo que nos teníamos, volver a vivir parte del momento es esto lo que hago el escribir, y que me devuelvas un porcentaje, una paga por esas hojas destrozadas y poemas que jamás lograste ver, hubieran sido al cambio, días. En tu cama; ingería varios tragos de ron mientras te observaba, y tú, en tus íntimos movimientos, en cambios de posición eran caricias para mis ojos, introducías la sabana entre tus piernas y dejabas todo a la vista, ya no podría escribir de tu cuerpo. Me era imposible. Eras una musa muerta. El hacerlo con mis manos que estaban tan sucias del sufrimiento, pero me aferraba hasta el último suspiro de aire en seguir escribiendo, era un apneísta con pesa en los pies que se condenaba por cada segundo que estuviera ahí.
¿Qué eras tú? Siempre pregunto a mis deseos cuando me enamoro de mujeres con ojos claros y elegantes, como luces nuevas para navidad, ¡donde estarás! Jamás había visto mi gato tan feliz como jugaba contigo, creo que el amor que tenía se lo impregne, y estoy más que seguro que se enamoró de ti, llegaste para quedarte, y partiste para seguir escribiéndote estés donde estés.
Lo mejor todo esto, es que a empezado a llover desglosando las nubes tu recuerdo.