¿Qué es la felicidad?
Me pregunto, mirando el rostro envejecido y solitario que refleja el espejo de la sala, ¿Qué es la felicidad? Cierro los ojos y dejo a los recuerdos asomarse buscando en ellos la respuesta. El niño aquel, el de los primeros años se desvive por recordarme, la pelota de trapo, los pies descalzos sobre el polvo del camino, los días de lluvia del verano, donde las cunetas se volvían ríos, con barcos de papel, hundidos antes de ver el horizonte, la mesa en familia, el canto de unos pájaros, el sol encendiendo el cielo en el ocaso, y los días en la escuela, con el guardapolvo almidonado y el asombro, de las primeras letras. Parece que no hubiesen existido nubes grises , en mi infancia.
La juventud se acerca con sus sueños inconclusos, pero no me habla de ellos, simplemente me baja del cielo aquella estrella, la misma que espiara por la ventana de mi cuarto, el rostro iluminado por esa mirada enamorada, que se convirtió en la sombra de mi sombra, la que dejo florecer en su suelo, mis rosales y perfumada de capullos quito las espinas de sus tallo, para que mis manos la acaricien. Parece que en la juventud, no hubiesen existido nubes grises.
El paso del tiempo, como el otoño que deshoja las ramas, no me habla de dolorosas ausencias, deja que la brisa me devuelva la caricias, palabras y consejos, de aquellos que fueron la raíz de mi vida, para que simplemente reviva esos instantes, que yo repitiera, a los fruto que brindé como semillas. No me recuerdan las sombras. Parece que en la adultez, no hubiesen existido nubes grises. Y vuelvo a preguntarme
El rostro del anciano que se ha adueñado del espejo, me dice sin palabras la respuesta. No es la ausencia de tristezas, sino, el olvido de ellas.