En la ribera las olas se mecen
y en mis oídos retañe el murmullo,
un viento suave que roza mis labios
queda prendido cual chispas de fuego.
Fueron sus besos que miel derramaron
o fue su piel el panal tan salino,
hace ya tiempo que fue su partida
vive el recuerdo en suspiros de gemas.
Así la siento en la boca de pronto
a veces llega en las ondas marinas,
tal vez aún permanece en la brisa
entonces vibra en mi pecho su esencia.
Pero si un día las olas callaran,
no se sintiera su suave sonido,
una tristeza profunda cubriera
toda la orilla que baña la mar.
Lupercio de Providencia