Puñaladas traperas, botellas descorchadas,
una noche de San Juan, dos enamorados y
una juerga desatada.
Trémulo el niño llora, no sabe fingir si acaso,
su luna es la teta de la que el lobo ya ha mamado.
Las pasiones descansan como los grillos,
cuando al alba canta la cigarra,
los niños juegan sin pensar y
las calles dibujan escenas del paraíso.
Si mamá y papá se quisieron o no,
importa poco al rocío,
ni a la lluvia, ni al pecado original,
todo es fermento de un manto podrido.
Y llegaran las flores de abril y todo se habrá
perdido, el vendedor ambulante que vende
a su madre y la madre que no sabe donde
está su hijo, y ya todo y nada tienen sentido.