Busco olvidar tus ojos con mis ojos cerrados
y siento que me observan, fijamente y ubicuos,
entonces agitado como pliegues yo abro
los míos que son sus espejos recíprocos.
Olvidarlos sería condenarme a la niebla
-la filuda cadena, la cortina pesada-
perderme sin pupilas en mi propia ceguera
y agrandar el abismo de tu alma a mi alma.