Una vez jubilados
de fatigosas profesiones
se juntaron en una mesa
un gigoló y una ramera
sin nada más a su lado
que un tortuoso pasado
Cuatro pupilas
dos vasos
donde olas de ron
se sacudían
bajo la lluvia
que las lagrimas producían
Cuantas expresiones de amor proferidas
cuantas vidas en profiláctico retenidas
cuantos clímax vividos o fingidos
Pudieron juntar ambos bagajes
sobre el universo de una cama
pero luego de verse en silencio
y para su máximo placer
tomándose de las manos
optaron por contemplar el atardecer
desde la misma ventana
y si se podía el amanecer
Guardaron el sexo bajo la alfombra
y por primera vez en sus vidas compartieron
una fría y alcohólica bebida
sin la mentira consabida
de disfrutar la compañía;
ahora disfrutaban la soledad
en que la vida los unía