Servil la flor se entrega a morir,
Como se van ajando sus pieles de colores
Se apagan también las estrellas
Y mueren las luciérnagas.
Así en el cielo ocurren inimaginables explosiones,
Rayos estelares de impensables truenos
Pero en el suelo de ellos no nada sabemos.
Todo tiene camino y navío.
El destino existe para los que tienen un destino
¿Cómo podría no creer en él aquel que ve
Y lee los patrones en las alas de las mariposas?
¿Cómo podría creer en él, aquel que solo ve mariposas?
He de pretender soltarme a las derivas del agua y el viento,
No oponer al cause nunca las heridas
Y flotar como los muertos que veneran al mar,
Para ser como las flores, como la estela y la espuma,
Para navegar sobre el lomo de negros hipocampos
Que sin prisa van tras las corrientes
Que terminan sin tregua por arrancarnos a todos la vida.
¿Quién dijo que la espina al rosal no le embellece,
Qué el veneno a la serpiente no le escuece?
porqué todo está vendito y maldito,
Que la vida es un cauce que se conjuga a si mismo
y que todo por ende ya está escrito
Por un escriba cualquiera, probable es el infinito.