Es como un espasmo,
aquellos que no te deja avanzar aunque estés mirando siempre al frente,
mirando siempre hacia un lugar que esta más lejos de lo que tienes
a un costado. Si fuera acaso la realidad.
Descendiente de humano, la soledad lo lleva a desaprender,
se cobija en las noches solo y pensando recurrentemente
en lo fatídico que es el viento que se cuela por la rendija
de su ventana. No logra tan siquiera abrazarse a si mismo.
Tira duro del cordón umbilical que le ata esta vez por la espalda,
que lo alimenta de sentimientos que dejo olvidados en la infancia,
tira duro de él y sufre cuando empieza a desprenderse.
Se enamora para intentar sanar.
Ella o el dijeron alguna vez,
que los ojos que tienen de frente, buscan perderse en la soledad,
buscan oscuridad y buscan oxígeno, no los buscan a ellos.
No eres vida de nadie, pero quisieras compartirla.
Ella o el olvidaron alguna vez decir te amo,
y pasaron a engrosar las filas de las historias
cotidianas de soledad adyacente que circula por las calles.
De Ismael Cuero