Anhelo una melancolía ausente
que de recuerdos vacía se halla,
de cicatrices informes
se conforma,
y en lágrimas frecuentes acaba.
Rota de arenosas heridas,
soledades asiduas al alma,
lluvia que seca el cerebro
y los pensamientos desgasta.
Así es, la añoranza,
siempre con el hastío a cuestas,
de sempiterna incertidumbre
y angustiosa desidia.
Y así, sopla fuerte mi agonía,
huye cobarde el desconsuelo,
y bajo un final aguacero,
de indiferencia me cubre a lo ajeno.