Un dulce arpegio
herido
y susurrado,
se abre camino
muy despacio...
en el olvido
ambivalente
de la espera,
¡Gloria a Dios
en las alturas... !
y en la incomprensible
e impúdica
incoherencia
de su atávico
silencio,
mi alma...
apenas
deslazada
de mozartiana
alegría,
vencida
y desnudada...
impura
se me anuncia.
P.D: Tras escuchar el aria homónima de MOZART
\"LAUDATE DOMINUM\" K.339.