Amaneció una vez más
y Felisa
despierta en la luz del sol
que por la ventana
se cuela tibio
ladrón de esa piel
que de a poco
comienza a besar.
Felisa
piensa en hombres
apuestos, dulces
que harían de igual manera
besarla como lo hace el sol
con lentitud
mientras ella
deja que la cubran
de promesas
lujuriosas promesas
cielos
infinitos de gloria.
Pero la nube maldita
tapa al glorioso sol
dejándola desnuda
sin uno solo de esos besos
tibios besos
dado por el sol.
Rápidamente Felisa
se levanta
vistiéndose
para ir al colegio
hoy tiene examen
de matemáticas.