Echaos tenues
al fuego
pusilánime...
y destruid
la aurora
con su herida,
quizás vencida
la mañana...
apenas
se nos desgaste
desbocada,
entre impares
lunas
descreídas...
forjadas
de avariento
y sutil acero,
en la bruma...
insatisfecha
de su beso.