Inútil posé mi sangre entre el eco de las montañas
El rocío lentamente acumulado
Disolvía-se en mis ojos precarios
Sobre mis trémulas manos
Enceguecía-me
pútridos restos atrincheraban-se sobre una delicada atmósfera textil
Aguardando llover
Absurdos despojos desperdigados en el campo abierto de mis sueños
Aferrados a sus ausencias
al intempestivo genio de un trago aburrido
Al sopor de la cebada marchita
Precipitaban-se impecables sobre mi erosionada angustia
Recordándome la mortalidad de mi tiempo
Y de su recuerdo.