Recuerdo aquella tarde con muy pocas palabras y tu voz temblorosa te despediste de mi con un Adiós, caminabas por un sendero llenos de amapolas rojas que te miraban al pasar.
Yo permanecía quieto como un roble con el corazón partido por un rayo, abierto y destrozado, mirando cómo te perdías en el horizonte hasta que deje de ver tu lánguido cuerpo desaparecer de mi vista.
No he vuelto a pasar por el camino donde hoy las amapolas rojas están muertas por tu ausencia, todos los días me siento frente al camino esperando tu regreso o alguna señal de tu existencia.
Mi casa sigue oliendo al perfume y tu voz la escucho por todos los rincones, no me estoy volviendo loco si el amor es una locura tal vez lo este, veo a vos en todos los lados de mi quinta, cuando llego a la ciudad recorro cuadra a cuadra pero tu perfume ni tu presencia logro encontrar.
Esta vida nos prepara grandes sorpresas amores y desengaños, pero mi esperanza siempre estará con la ilusión de que algún día no muy lejano pueda ver a vos aparecer por la misma senda de amapolas rojas donde perdí tu presencia.
Pintura de Soo Cha Griffith
© José Cascales Muñoz
Reservado todos los derechos.
22 de Noviembre 2015