Me di a ti como a nadie.
Me di como el viento que va
y en sus vaivenes ¡quién sabe
de dónde volverá!
Cuando como herido
el cielo en sus arreboles
nos parecía en el campo tan colorido
con las muchas flores.
Y las luces celestes
en nuestros ojos aparecían
cuando los habitantes agrestes
sonaban como una sinfonía.
Así me entregué a ti
en ese marco de belleza.
Como si nuestro porvenir
tuviese el encanto de la naturaleza.
Yo me di como el río
que sobre las rocas se purifica
y en un potente y bravío
mar de olas se magnifica.
Yo soy tuyo. Todo tuyo.
Como la oruga transformada
en la metamorfosis del capullo
en que surge como insecto alada.
Me di todo. Absolutamente.
Sin contratiempos, ni reservas.
Como las cosas que en la mente
tan gratas conservas.