Un océano de colores amargos
emerge en las esquinas de mi soledad,
cuerpo de cien caras.
Una imprenta de finales esquivos
emerge en los soles tristes
de mis dolorosas costillas,
ramas de pájaros azules.
Un adiós nace,
nace del amor vacío de las paredes,
habla como mujer,
estudia las puntas carbónicas de mis dedos,
golpea como viento embriagado,
se desnuda en el polvo de mis ojos,
recita su nombre como si se tratase de las flores.
Y llora
llora conmigo
y con mis aturdidas ganas de volar
y volar sin rumbo.
-JG