Besó
El muro desvalido
De su huerta mísera,
Hasta cansar su boca
De puerro y ajo.
Labios
De ladrillo helado,
De pan callado y delgado,
Por ejemplo
De la casa al trabajo.
Que camina
Con el tacón de su bota
Lleno de chinas,
Y la tibia y el peroné
En carne viva.
Y es que,
Hace tiempo
Que no existe fuego
En el silencio
De sus mejores sueños.
Dios no tiene zapatos,
Ni reloj,
Ni tiempo,
Como este señor,
Del que ahora escribo yo.
-Es todo un campeón-