Para la que se ama
No me verás de rodillas
delante de ti,
mismo cuando pierda mi orgullo
o cuando la soledad
me obligue a implorar
por tu cariño.
No me verás de rodillas,
mismo cuándo un milagro,
me arroje al suelo,
lleno de espanto y de amor por ti.
Porque ultrajas las cosas
amorosamente eternas,
tú me verás de rodillas,
delante de ti ─ ¡seguro que sí!
¡cuando me rompas las piernas!…