Una mitad frágil,
hecha de cristal,
construida sobre la arena.
Una mitad fuerte,
hecha de acero,
construida sobre la piedra.
Una vez juntas,
conectadas por la realidad,
obligadas a rozarse,
y también a complementarse,
¿Quién podría diferenciarlas?
¿Podrías acaso tú encontrar su debilidad?
Una vez rendido y malherido,
bajo el amparo de la corte celestial,
bajo la mirada de tantos y tantos ojos acusadores,
bajo la grandiosidad de su sombra,
quizás consigas llegar a su alma,
y es entonces, solo entonces,
cuando apreciarás la diferencia.
<El príncipe y el aviador>