Ahí van las brillantes y duras balas de acero,
Rompiendo fina y delicadamente el viento,
Asegurando de manera precisa su trayecto,
Obviamente disparadas por un soldado frío y sin sentimientos.
La ciudad tiembla y veloces sombras se ven pasar,
Dejan algo caer y todos rápidamente se van,
Instantáneamente algo escucho detonar,
Y después de eso nada volví a recordar.
El enorme y pesado tanque, a todos piedad debe tener,
No hay que hacerlo enojar si su furia presente no queremos hacer,
Pero todos sabemos que tarde o temprano va a perecer,
Y en ese glorioso momento todos libres hemos de ser.