Quisiera aparecer
en tu alma
como la noche
que nunca fue,
y empañar de seda
tus ojos siempre
dormidos,
eternamente abiertos
a la oscuridad
de mi ser.
Porque eres tú
espíritu de luna
blanca,
y eres el volcán
de anhelos
fervientes,
eres
veneno,
fuego,
alma
y
aire;
maldición
bendita
de una melancolía
ausente,
el himno de mi vida
y el latido de mi
corazón.