A veces volvemos al mismo lugar,
tratando de conseguir entre los escombros algo que nos permita volver,
algún recuerdo, un momento que te traiga de vuelta a esa persona que se metió en tu piel y te enseño a amar...
Por volver a probar esos besos malditos en los cuales entregabas tu alma,
en sentir que escapas de la realidad en sus ojos vacíos,
en sentir por unos instantes que formas parte de su mundo o que simplemente eres su mundo,
porque es allí donde encuentras refugio...
Nos entregamos a este trance que nos vuelve inútiles ante la realidad,
que nos convierte en los seres más expuestos e imperfectos del universo entero
o es porque simplemente no nos sentímos parte de este mundo...
Entramos en este sentimiento auto destructivo,
una bomba de tiempo,
nos desconectamos de la lógica y el rumbo se dispersa,
nuestro oxígeno se vuelve su aliento y sin él sentimos que no respiramos...
Pero ¡Baaaa! seamos realista,
esto lo ocasionamos nosotros mismos que somos masoquistas y siempre vamos detrás del dolor,
bien sea buscando historias en demonios nuestros o prestados,
ocultando frases debajo de las piedras y buscando mentiras a puertas abiertas,
sin darnos cuenta que nos dañamos,
que nos rompemos,
que a medida que avanzamos dejamos retazos en la calle,
expuestos, es por eso que al final del día no necesitamos que alguien nos arme,
ya que nadie tiene la culpa que te desmorones a cada paso que das,
excepto tú,
es por eso que la idea no es buscar a alguien que te convierta en un ser completo,
lo que realmente se necesita es a alguien que te permita ser una persona completa
y valore lo perfecto de tu imperfección,
es ahí, es ese momento de plenitud lo que hace que tú mismo,
por si solo, te armes, fortalezcas y dejes de buscar culpas y excusas para continuar con algo.