Y no fue mas que piconería
auyentar los muertos de sus camas
cuando bien podriía haber estallado
desde la alfombra persa
a discreción
la voluntad de piconearse estaba intacta
en relación al llanto que dominaba
las estatuas de sal
en ánforas de cristal
en aromas que me quiero llevar
ya no existía esperanza en sus ojos
cansados de ver tanta desdicha