No matad al indefenso ruiseñor,
que canta las más bellas melodías,
su única amenaza es ser cantor,
y alegrar la vida de los tristes días.
No matad a los desarmados cantores,
a Federico, a Miguel o a Víctor Jara,
morid vosotros los únicos malhechores,
sed valientes de una vez y dad la cara.
Por muchos años que pasen,
en la memoria quedarán,
los nombres de quienes todo lo dieron.
Por muchos poetas que matasen,
nunca sus versos se borrarán,
pues con fe de hermano se escribíeron.