“¿De qué me habrá servido escribir/ si quienes amé no supieron que escribí?/ Es como amarlos y que de la vida me deba despedir/ sin que sepan que amándolos viví”.
Supongo que alguien me recordará,
un nieto mío, la nieta, mi hija quizá,
leerán un día algo de lo que escribo.
Esto lo vaticino y casi seguro lo acierto,
no importa hace cuánto ya haya muerto,
sé bien que al leerme me sentirán vivo.
O un amigo o una amiga por casualidad
escriban en Internet la palabra “soledad”
y mi nombre entonces ahí les aparezca…
Que aunque sea una parte de mi historia
a alguien se le conserve en su memoria
antes de que mi recuerdo se desvanezca.
Tal vez mi nieto pequeño un día me lea
y le pedirá a algún amiguito que le crea
que era un buen poeta su ya ido abuelo…
Quizás al leer alguna palabra, un verso,
mirará añorante recordando el universo
y supondrá que aún le escribo en el cielo.
Tanta gente me lee hoy… ¿y mañana?
Cuando se abra en Internet una ventana
¿ellos igual recordarán que me leyeron?
Así es la vida, las cosas vienen y se van,
hoy existo, me cuento entre los que están
y mañana… será entre los que se fueron.
Vuelvo otra vez a pensar en mis nietos,
en mis poemas hay esperanzas, respetos
y seguro sabrán que de eso fui el autor.
Hoy quiero en verdad que alguno decida
divulgar que su abuelito se pasó la vida
escribiéndole cada día sin fallar al amor.
Dormímos juntos y tantos poemas soñé
incluso hasta antes de nacer les dediqué
esperando ser un día por ellos aplaudido.
Ahora lo pienso mucho, a cada segundo,
no importa si no soy poeta para el mundo,
si es que para mis nietos un poeta he sido.
Quizá vea gente que ni conozco leyendo,
sabré que mis poemas se están extendiendo
como siempre fue toda mi vida mi anhelo.
Alguien dirá “a él lo recuerdan, se le respeta”,
otra persona exclamará “Álvaro, el poeta”
y alguno de mis nietos pensará “mi abuelo”.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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Imagen: mi nieto Andrés y yo