Si la vida fuera un problema estamos condenados a vivir en la ecuación, fueran cual fueran los motivos cada cosa nos hace pensar, todo nos impulsa a dudar, aunque sea en lo mas mínimo.
El detalle del sentir (amar, temer, etc.), o mejor dicho, la referencia que hacemos del sentir, tiene una base errónea. Si por ejemplo alguien dice por ahí “tengo miedo a las alturas”, no es a la misma altura que le tiene temor, sino al efecto que produciría caerse desde las alturas, por lo que desde luego la asociación que tendría este al subir unos pisos o mirar desde grandes alturas lo asimilaría a una eventual caída, que posiblemente traería aparejada una desgracia.
Posiblemente la gran mayoría de personas solo quiere vivir en paz y a gusto con lo que le rodea, tu te proyectas y sueñas concretar aspiraciones y anhelos, quieres encontrar tu alma gemela y entregar tu corazón , pero temes sufrir, temes ser dañado, temes quedar solo, temes del pasado y el futuro, todo se nubla y es difícil ver las causas cuando la duda de los efectos se interpone como una nube negra.
Todo lo antes mencionados es para dejar esta reflexión:
Las nubes negras son las que dan vida. Ellas nos rocían de lluvia, agua, esencia del origen. No hay que confundirlas con tinieblas ni oscuridad, la duda engendra las grandes certezas, el sufrimiento trae la fortaleza y el sacrificio de una semilla engendra el árbol. La vida no es un problema, es un milagro maravilloso que se gesto desde un ser superior, un ser que posiblemente quiere que veas las causas de las cosas y te despojes del temor y el odio.
El oro tiene que ser fundido a grandes temperaturas para estar refinado y brillar, no vayas a creer que tu vida es dura, las nubes negras son las que traen la lluvia. Tu eres dueño de tus creaciones y de cómo forjas tu vida, así como de cuantas semillas tu corazón es capaz de sacrificar.