Carlos Brid

LOS TRAJES USADOS

LOS TRAJES USADOS

Tranquilamente ahueco en mis manos

todos los ríos donde se reflejó mi amor

y en todos siento el tambor de los latidos

y esconderse el sol en el crepúsculo con sosiego

También reposan mis ojos, y los dejo ir al mar

ya me amigué con la vastedad azul y sepulté,

antes que amanezca todo mi rencor en la derrota.

Ahora camino despacio viviendo las vidas pequeñas

sintiendo las veredas, en el estío o en la escarcha

Y escucho solitario en los médanos de siempre

la canción de las ninfas de los naufragios

que cantan sentadas en los maderos donde se asieron

 los hombres que arriesgaron y algunas madres del dolor

 y la luna temporal y enorme parece un mármol virgen

que espera el cincel que le dé forma a lo vivido.

También me amigue con las distancias,

con los muelles y su musgoso destino de espera

y sus silencios que no están tan callados

a los trajes usados y al camino tantas veces equivocado

a alguna amargura arraigada en las arrugas

por no retener el viento de algunos días

a las manos que no están pero que aún las siento,

y con lo sentido que riega la sequedad del recuerdo,

y a lo que resta, que no es tan poco, aunque parezca nada.

A la raíz del tronco que le da fortaleza en la tormenta

y a la fuerza de sus hojas que no entregan su sombra

y a los ayeres que se fueron un día sin despedirse.