Había silencio;
más silencio
que una calle en plena madrugada...
mis manos y boca desplegaban;
la más grande caligrafía en tu piel,
construimos un puente sin ser Manhattan,
sin ser Brooklyn,
nuestra comunión vaticinaba
un recuerdo que jamas se grabaría en las arenas.
No había promesas
solo un ritual etéreo,
donde la única verdad era la fusión;
piel a piel, corazón a corazón.
Comencé a levitar...
por perderme en tu alma , en tu cuerpo,
devele poco a poco tus ojos de misterio
que escondían la fórmula
para ralentizar al tiempo
(y en mi mente la sonrisa de Einstein...
pues confirmé la teoría de la relatividad)