Alberto Escobar

Recaer y Renacer

 

 

Soy un continuo recaer.


En cuanto toco a mi término
resurjo como un tentetieso.

Solo posar la cabeza sobre
la almohada, ingreso en la
inmensidad de un sueño.

Recaigo en el manantial de
mis recuerdos, que manan
del inconsciente, más vivo
y consciente que nunca.

Al abrir los ojos renazco a
la luz para recaer en la
rutina.

Recaigo de mi cuerpo al
ritmo de cada paso.
Ese recaer que se derrite
en sedimento de sabiduría.

A medida que recaigo me
desvendo de mis capas de
cebolla, en un viajar hacia
mi anhelada niñez, desnudo
de prejuicios, de fruslerías.

Por fas o por nefas miro en
pendiente la ladera de placer
que me queda por beber, veo
cómo mi piel se recoge para
hacerse ovillo y plegarse ante
la disipación de la carne.

Aprovecho cada minuto que
me concede la armonía 
de mis sistemas.
La vida antes sobraba, antes 
las reservas de helio eran 
innúmeras porque no atisbaba
fin.

Ahora pretendo sorber  
la energía que se esconde en 
cada molécula.

Recaigo para renacer con
fuerza.

 

No hay renacimiento sin recaída.
Vida y muerte hermanas
siamesas.