Ni tu insigne y diestra inteligencia
ni tu difundida y rica fama
libró de tu alma el oscuro drama
de la daga certera de la ausencia.
Pues la fortuna te fue adversa.
¿Qué persigue el hombre que se fía
con ambición siniestra y pía,
y a su solo entendimiento versa?
Construiste tu propio laberinto
y de el ,Oh funesto, nunca saliste
aunque navegaste de Tebas a Corinto.
Icaro siguió clamando triste
y cayendo del oscuro recinto
con las alas del olvido que le diste.