El dinero nos satisface muchas necesidades
como la vivienda, alimentación, mobiliario, ropa,
medicinas y servicios,
pero nunca compra la felicidad,
la honra y honestidad,
los principios humanos
el respeto mutuo y el amor.
En la honestidad un hombre no se mide por sus riquezas
sino por sus valores.
Ser honesto es ser sincero, honrado
y aunque hoy día son escasas las personas honestas
porque abundan más los deshonestos
que son personas corruptas, mentirosas,
que dan más importancia a las riquezas materiales
a conseguir el dinero aún por vías retorcidas
y enriquecerse de maneras ilícitas
como hacen algunos políticos, empresarios y comerciantes.
Sin embargo el dinero nunca compra los principales valores personales
como el amor, la inteligencia, la honradez.
Solo pido a las personas que sean honradas
que la honradez reconocida es su mayor testimonio.