Estuve en presencia del amor,
En el tribunal de tus besos
Una vieja y pálida anciana abogaba por los presos
Que enjaulados en el amor se encontraban.
Como el rugir de un león hambriento,
Se alzaba adversa a las fantasías,
Pisoteando sentimientos concebidos por la mentira;
Alegaba prescripción de promesas,
Reproche de hipocresía que recibió de un amor
Enfermo que de cáncer se moría.
Pobre mi vieja anciana, que razón no encontraba
En los actos indelebles de un amor de falacia
Que envolvió su inocencia en espinas de acacias
Y mancho su pureza con la cruel realidad.
Estuve en presencia del amor,
Era el juez ensimismado en el tribual,
Recibiendo blasfemias que la anciana escupía
Corazón de coraza que razones tenía
Para odiar al amor siendo la conciencia.