Ser mamá no es cuestión sencilla
Requiere de maduréz para enfrentar muchos desafíos de la vida cotidiana y sortear cada piedra en el camino.
Durante 9 meses abrigamos en el vientre, el fruto concebido del amor y alumbramos casi a ciegas sin conocer aún cómo desempeñarnos en la crianza de los hijos, las múltiples tareas escolares, las enfermedades que van desde un simple resfriado hasta las más graves.
Velamos sin pestañear la fiebre alta, una lesión, las pesadillas de nuestros hijos.
Les proveemos de agua, educación, alimento y atención.
Ellos crecen y entonces nos enfrentamos a nuevos desafíos, la adolescencia y mal o bien, porque no hay patrones, los vemos hacerse hombres y mujeres.
De nuestros aportes a su crecimiento, ellos se nutren y darán a sus descendencias lo aprendido a lo largo de su vida.
Y un día, vuelves a mirar tu vientre y recuerdas el primer llanto, el proceso de lactancia, las ojeras, las huellas imborrables y te sientes en la cúspide.
Sientes que hay una obra nacida desde tí y miras con la misma ternura porque el sentimiento materno no se agota.
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13-05-2017
Isis M.